La enseña estadounidense tiene su sede en Ohio, uno de los estados clave para que el magnate ganara las elecciones.
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, aún no ha jurado su cargo y, sin embargo, sus discursos y presumibles políticas proteccionistas ya han empezado a calar en las empresas norteamericanas. Tras la decisión de Ford de marcharse de México anunciada hace unos días, ahora es Goodyear la que podría paralizar las obras de su nueva planta situada en la ciudad de San Luís de Potosí.
Según diversos medios locales y nacionales del país, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en San Luis Potosí, Raúl Martínez Jiménez, consideró la posible retirada de la compañía de suelo mexicano. “Claro que está sobre el tintero, lo veo muy probable porque es algo en donde él quiere defender todas sus industrias; al final del día si crecen las presiones y le llegan al precio podría irse también Goodyear”, indicó.
Los ataques de Trump a empresas con proyectos expansionistas en el país vecino han sido de lo más beligerante. Las constantes amenazas arancelarias están dando sus frutos. Así, mientras los terrenos que Ford tenían preparados para su nueva planta se convirtieron en pocas horas en un cementerio abandonado, Toyota anunció ayer su intención de invertir 10.000 millones de dólares en Estados Unidos, a pesar de que mantendrá la apertura de su planta de Guanajuato (México) y la fabricación del Toyota Corolla en las mismas instalaciones.
El fabricante de neumáticos anunció la inversión en México el pasado 24 de abril de 2015 en un evento al que asistieron el gerente de la compañía, Frank Kramer; el presidente de México, Enrique Peña Nieto; el embajador de Estados Unidos, Anthony Wayne y otras autoridades locales y regionales. Las instalaciones, que contaban con una inversión inicial de 550 millones de dólares, están finalizadas en un 90 por ciento e, incluso, Goodyear habló de adelantar la fecha de apertura a este año.