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Fragmento del caucho mezclado con desperdicios de comida (Foto: Kenneth Chamberlain)
Fragmento del caucho mezclado con desperdicios de comida (Foto: Kenneth Chamberlain)

Las sobras de la comida convertidas en…neumáticos

La Universidad de Ohio investiga cómo reemplazar el carbón negro de las cubiertas por desperdicios de comida.

“Los neumáticos del mañana podrían provenir tanto de la granja como de la fábrica”. Así describen desde la Universidad de Ohio los avances en la investigación que están llevando a cabo y mediante la que los desperdicios de comida podrían sustituir, parcialmente, el relleno a base de petróleo que se utiliza en la fabricación de cubiertas. 

Los responsables de esta investigación aseguran que los nuevos rellenos superan los estándares industriales de rendimiento del neumático, lo que abriría nuevas e interesantes aplicaciones para el caucho.

Esta investigación está capitaneada por Katrina Cornish, investigadora de Ohio y catedrática de Biomateriales en el Estado de Ohio. Cornish ha pasado años cultivando nuevas fuentes de caucho doméstico, incluyendo un diente de león que produce caucho. Ahora tiene un método pendiente de patente para convertir las cáscaras de huevo y semillas de tomate en reemplazos viables y locales para el negro de carbón, un relleno a base de petróleo que las compañías a menudo compran en el extranjero. El negro de carbón es, aproximandamente, el 30 por ciento del neumático y también el componente que tinta la cubierta de este color. En palabras de Cornish, “este elemento cada vez es más difícil de encontrar”, de modo que de llegar a buen término, su investigación resolvería tres probelmas.

En primer lugar, lograría una fabricación de neumáticos más sostenible mientras reduciría la dependencia de petróleo que tiene Estados Unidos y, por último, evitaría que toneladas de residuos acabaran en vertederos. polvo de tomate y huevo

“La industria de neumáticos está creciendo muy rápidamente y no sólo necesitamos más caucho natural, también necesitamos más relleno”, ha explicado y ha añadido que, “al mismo tiempo, necesitamos tener más sostenibilidad”. Por ello, Cornish y su equipo están recibiendo huevos y otros desperdicios de comida de los productores de alimentos de Ohio. El otro alimento, el tomate, también proporciona una fuente de relleno, según los investigadores. Los americanos comen 13 millones de toneladas de tomates al año, la mayoría de ellos enlatados o procesados ​​de otra manera que han sido modificados para desarrollar pieles espesas que soporten el embalado y transporte a largas distancias. Cuando las empresas de alimentos quieren hacer un producto como la salsa de tomate, se pelan y descartan la piel, que no es fácilmente digerible. A partir de ahora podrán formar parte de los neumáticos de nuestros vehículos.

Según explican en la página web de la Universidad de Ohio, Cindy Barrera, investigadora postdoctoral en el laboratorio de Cornish, probó que las cáscaras de los huevos tienen microestructuras porosas que proporcionan una superficie más grande para el contacto con el caucho y añaden propiedades inusuales a los materiales basados ​​en el caucho. Por su parte, las cáscaras de tomate se demostraron como altamente estables a altas temperaturas y como material con buen rendimiento. “Los rellenos generalmente hacen que el caucho sea más fuerte, pero también lo hacen menos flexible”, dijo Barrera. “Encontramos que la sustitución de diferentes partes de negro de carbón con cáscaras de huevo molido y cáscaras de tomate causó efectos sinérgicos, por ejemplo, permitiendo que el caucho fuerte retenga flexibilidad”.

Lógicamente, la variante desarrollada por el equipo de Cornish ya no es negro, sino rojizo (en función de la cantidad de cáscara de huevo o de piel de tomate que contenga). Por esta razón, los investigadores continúan probando diferentes combinaciones y buscando maneras de agregar color a los materiales.

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