Tras el escándalo del dieselgate de Volkswagen y la investigación de la francesa Renault por posible fraude en las emisiones de CO2, ahora le ha llegado el turno a Mitsubishi. La firma nipona ha confesado que manipuló las cifras de consumo de unos 625.000 kei-car, minivehículos muy de moda en aquel país.
Aunque el fin en todos los casos era el mismo, el modus operandi de la marca japonesa nada tiene que ver con la sofisticada tecnología usada por la alemana Volkswagen. Mitsubishi se limitaba a modificar la presión de los neumáticos para trucar los resultados. Así, con el aumento de aire de la cubiertas durante los tests, la resistencia de la banda de rodadura descendía y bajaban los consumos. Como es bien sabido, la presión de los neumáticos marcada por el fabricante debe respetarse con el fin de evitar posible accidentes como consecuencia de la falta de contacto de la cubierta con el asfalto.
El escándalo de momento sólo ha afectado a Japón y Mitsubishi España ha asegurado que ninguno de los vehículos manipulados ha llegado a nuestro país. Por su parte, el presidente de la compañía reconoció el pasado miércoles la culpabilidad de Mitsubishi, aseguró que abriría una investigación para encontrar a los culpables y pidió perdón ante los medios de comunicación. Esa misma tarde las acciones de la compañía cayeron más de un 15 por ciento en la Bolsa de Tokio.