En un contexto marcado por la incertidumbre y la contención, las empresas prefieren ser prudentes y aplazar las inversiones hasta no ver indicadores económicos más favorables. De ahí que casi siete de cada diez compañías españolas (69%) decidiera no aumentar su flota en 2012, según revela la última edición del Barómetro del Vehículo de Empresa (CVO) promovido por Arval, compañía de renting de BNP Paribas.
De esta forma, el estudio -realizado entre más de 4.800 gestores de flotas de pymes y grandes empresas para determinar las tendencias actuales y futuras del vehículo de empresa- muestra cómo esta cautela presupuestaria en una partida con gran peso sobre las cuentas de resultados permitirá disminuir en 2013 la presión sobre los costes, hasta situarla en el 9%.
La decisión de congelar la flota, que partió directamente de la alta dirección en casi el 80% de los casos, respondió principalmente a los reajustes financieros que las empresas vienen acometiendo en estos últimos años para responder a la fuerte caída de la demanda interna.
De esta forma, para la mitad de las empresas, el estancamiento de la flota es atribuible al recorte de presupuestos, mientras que para más de la cuarta parte (26%) el motivo está en las restricciones al crédito. Los ajustes salariales también llevaron al 7% de las compañías españolas a prescindir del coche como incentivo al empleado durante el pasado año.
En este contexto, las compañías no pronostican un incremento de la talla de la flota (+6%) hasta aproximadamente 2015, supeditándolo a factores como el alza del precio del carburante, que se lleva actualmente el 30% de los gastos totales. Tanta importancia tiene esta partida que cuatro de cada diez empresas llegaría a prescindir de parte de sus coches si continua la escalada de precios.