Hace más de 2.300 años, el filósofo griego Aristóteles afirmó que: “No se puede ser feliz sino al precio de cierta ignorancia”. Más o menos desde entonces, en nuestro suelo patrio un viejo dicho muy castellano ha venido a refrendar en cierta forma esa misma idea: “ojos que no ven…corazón que no siente”.
En el negocio de la posventa de automoción, la máxima de que lo que no está a la vista no existe, se desconoce o se olvida con facilidad está a la orden del día, agravado además por las limitaciones económicas que está imponiendo la crisis.