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Relatos Salvajes

Por Aitor Peña

El neumático de invierno se identifica con un marcaje “M+S” en inglés “Mud and Snow” (barro y nieve) o, un pictograma que representa una montaña de tres picos con un copo de nieve en su interior, denominado “3PMSF” (las siglas de “3 Peaks Mountain Snow Flake“). Parece el título televisivo de la última saga de la factoría HBO.

Es conocido que su rendimiento es mejor no solo los días que llueve o nieva, sino aquellos amaneceres secos y fríos cuando la temperatura baja de 7 grados centígrados. Ofrece mayor capacidad para iniciar el arranque, mejora la adherencia de la trayectoria, la tracción y la frenada es más efectiva que su homólogo de verano. Suele tener en la banda de rodamiento un dibujo más profundo, y los especialistas me dicen que hasta ocho veces más laminillas, las responsables de su óptimo comportamiento. Está fabricado con mayor contenido en sílice lo que hace al compuesto más blando y flexible, y evita que la goma se endurezca por el frío.

A pesar del esfuerzo de fabricantes e importadores por introducirlo en el mercado, las ventas son exiguas frente al resto de Europa. Es un buen sustitutivo a las cadenas, instrumento engorroso de instalar y que la mayoría de los españoles no usa, pero surgen problemas de espacio para guardarlos durante el periodo estival, adelantando un canon en el precio de compra por el almacenaje, o alquilando una jaula.

Aparcando la plumilla de bloguero he discurrido varios argumentos ibéricos para narrar algunos relatos salvajes sobre usuarios de estos neumáticos:

  • (Prólogo) Tormenta de nieve en el albor de febrero, y temprano saca el coche del garaje antes de que se colapsen los accesos a la ciudad, aeropuerto incluido, o tenga Carmena la ocurrencia de turno. Pero como no calzaba neumáticos de invierno el vehículo patina hasta chocar con el del vecino, provocando el consiguiente cisma municipal.
  • Con preaviso de los fríos visita a su taller de barrio para recoger los neumáticos M+S que mantenía “bien” almacenados. Hace menos de un año se los había comprado y casi desde entonces los guardaba previo alquiler del espacio. Pero en el último verano aquel taller había sufrido un atraco, recuperando por su aseguradora todo menos la custodia apalabrada.
  • En la plaza de garaje comunitaria llevaba días diseñando espacio para ubicar los 4 neumáticos en línea y no apilados. Esa misma tarde recibo una circular del presidente de la finca que multaba su osadía declarando morosa a la familia al completo.
  • Visita al director de la oficina bancaria para presentarle como aval hipotecario su manual de buen conductor, para ampliar la cuota del préstamo y poder -ahora que vuelven a bajar las casas- mudarse al barrio soñado. Y de paso decorar el hall-recibidor del chalet con los neumáticos de invierno acelerando un divorcio anunciado.

A menudo la realidad supera la ficción, pero como epílogo, abracemos la seguridad y por lo menos probemos este neumático de invierno. Dicen que quien lo prueba…

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