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Entre pillos anda el juego de neumáticos usados

Por Aitor Peña

El título de este post resulta casi tan romántico como la traducción que se hizo de la comedia que John Landis dirigió en el 83 sobre pillos . Aquella vez sin neumáticos usados y con el glamour del American Way of Life que invita a pasar de mendigo a millonario en un santiamén.

Los pillos y el neumático


En esta ocasión un comerciante con pocos escrúpulos (pillo nº 1), contacta con un empresario filibustero (pillo nº 2) dedicado a la venta de neumáticos usados. Tenía la intención de colocar -a modo de traderuna partida en Guinea Ecuatorial, donde apenas existen controles de calidad sobre el estado de la goma.


El comerciante llega al almacén y se decide por la adquisición de 1.500 ruedas usadas de una calidad, digamos, “gama” media y desembolsa 5.000 €. Si, poco más de tres euros por cada neumático.


Parece un negocio sencillo, que un tercero transporte la carga hasta Centroáfrica, y allí colocarla en un mercado apenas regulado. Pero cuando se juega bajo mínimos, lo normal es que te pillen y se desgracie la operación.

“la policía declaró los neumáticos no aptos para su uso”


En la entrada del puerto de Bata, ya en Guinea, hasta la autoridad portuaria tuvo que requisar el producto por la falta total de dibujo en la cubierta. La banda de rodadura estaba tan desgastada, que a la propia policía le costó entender cuál era el objetivo del cargamento. Fueron declarados no aptos para su uso, y devueltos a casa.


Los gastos devengados del flete de regreso, la empresa consignataria y de los agentes del puerto de destino fueron asumidos por el mercader (recordemos pillo nº 1). Además de tasas, impuestos y gastos de aduanas.
Para colmo, el cargamento que llegaba de vuelta ni siquiera sumaba la cantidad adquirida de 1.500 neumáticos usados “de ocasión”. Así que, el empresario (en su papel de pillo nº 2) dedicado a vender neumáticos usados y seminuevos –como publicitaba- acabó ante el juez. El fiscal le solicita dos años de cárcel y los 5.000 € que había cobrado, a modo de indemnización. El negociante víctima de la estafa (pillo nº 1) termina por escarmentar, al sufragar todos los servicios marítimos de vuelta por su infortunio.


Si es que, uno no pasa de mendigo a millonario con el neumático. Y muchos comerciantes del caucho que han tenido que modernizar sus estructuras y ajustar servicios lo pueden atestiguar. ¡Todo! por un puñado de escasos márgenes.

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