El líquido refrigerante tiene un papel fundamental en el funcionamiento del vehículo. Por un lado, absorbe el exceso de calor del motor cuando está en uso; por otro, gracias a sus propiedades anticongelantes hace que el líquido circule de forma fluida por todo el circuito de refrigeración, evitando así que se congele y, por consiguiente, que aumente de volumen y reviente los tubos.
Por ello, First Stop recuerda que es imprescindible revisar el líquido refrigerante (conocido también como anticongelante). “Si para ti es importante conducir a una temperatura óptima, también lo es para el motor de tu vehículo”, subraya la red de talleres. “Si no quieres que tu coche sufra un calentón repentino que te impida seguir tu viaje -añade-, o que no arranque en una fría mañana de invierno y te deje tirado, debes entender la importancia del líquido refrigerante”.
¿Cuándo hay que revisarlo?
Según las recomendaciones de First Stop, es conveniente revisarlo cada 1.000 kilómetros y también hay que comprobar que está a un nivel adecuado. Y es que, con el paso del tiempo, el refrigerante va perdiendo sus propiedades y deja de ser eficaz, sobre todo como anticorrosivo.
La revisión hay que realizarla con el motor frío, cuando el nivel se estabilice. Según explica la red de talleres, “es muy fácil verlo, ya que suele tener un color llamativo, anaranjado, rosa o azul” y “si está por debajo del mínimo, puede que haya alguna fuga en el sistema”. En este caso, es aconsejable pasarse por un taller -First Stop recomienda los suyos- “para que nuestros mecánicos lo comprueben”.
El líquido refrigerante debe sustituirse cada dos años o cada 20.000 km. El circuito refrigerante se vacía completamente para eliminar cualquier residuo y vuelve a llenarse de nuevo. “En nuestros talleres te aconsejamos qué tipo de líquido refrigerante (o anticongelante) es el más adecuado para tu vehículo en función del uso que le des y las temperaturas a las que se vea sometido”, asegura First Stop.